26 jun 2019

Luis Segovia Villalobos, ingeniero de confianza de la UP




Ocaso de una madre


Cuánto sufro sin ti, hijo mío.
Me siento triste, vacía,
siento tus pasos, tu voz,
musité tu nombre
dije mil cosas
y todo pasa como una nube
en la noche triste del infinito.
Te recordaré por siempre y por siempre te amaré.
Hijo mío, dónde estás!
Te necesito
como una madre a su hijo bueno y adorable.
Estoy tan sola
solo con tus recuerdos
y recordándote siempre
con el amor sublime y eterno.


Fresia Villalobos a su hijo Luis Segovia.






Su familia le decía “Chin”. Nació en 1945 y estudió en el Liceo José Antonio Carvajal. Casi al terminar las humanidades se trasladó a Santiago, a la Escuela Industrial de San Miguel, desde donde se tituló como técnico electricista. Quiso ser profesional, con este fin ingresó a la Universidad Técnica del Estado, retornando a su tierra natal, Copiapó, obteniendo el título de ingeniero topógrafo en el año 1970.
En Santiago, había conocido la efervescencia por los cambios sociales y las revoluciones, desde allá presenció el mayo del 68 y las tomas estudiantiles en la capital que marcaron grandes cambios en la educación. Adoptó las ideas socialistas, ingresando al PS, formó parte del GAP, fue de los primeros en integrar este grupo encargado de proteger a Allende, estuvo en el cañaveral, recibió instrucción para resistir tiempos difíciles como la falta de comida o de comodidades tan habituales como una cama. En Copiapó, también jugó un rol importante como dirigente estudiantil.
Ivonne Villalobos Salcedo fue su prima. Con seis años de diferencia en edad a favor de ella, se criaron juntos encontrándose en la casa de la abuela materna y él, hijo único, fue el niño cercano, como un hermano para ella, la que crecía en medio de seis hermanas. Por eso cuando desapareció, lo extrañó de sobre manera.
-El año 1972 yo estudiaba en la escuela normal y mi primo desapareció 6 meses y lo extrañamos mucho. Él siempre se movilizaba entre Santiago y Copiapó, pero ahora no sabíamos nada de él. Mi familia se preocupaba por él, cuando volvió se encerró con mi papá en una habitación un día entero. Nosotros parando la oreja supimos que había estado en Cuba y no sabemos que estuvo haciendo. No sé, hilando cosas, mi otro primo nos contó cosas dispersas, como una vez mi primo Jorge lo fue a dejar al aeropuerto y mi primo Chin le fue haciendo hartas piruetas en el auto… por ejemplo manejaba, se escondía, manejaba con los pies. Jorge me dijo que era capo, por cómo se escondía debajo del volante.
Cuando se tituló, comenzó a trabajar en la Municipalidad de Copiapó junto a sus amigos de infancia “Chalo” Guerra y Patricio Polanco, luego a la familia le contó que el gobierno de Allende le pidió que se hiciera cargo en Tocopilla de áreas estratégicas para la producción en la termoeléctrica que entonces formaba parte del patrimonio de Codelco.
-No le importaban las cosas materiales y se vestía bien, porque siempre tuvo todo y de lo mejor… pero si veía a un compañero con una camisa en pleno invierno y andaba con chaqueta, se la regalaba y mis tías se enojaban porque decían que las cosas costaban y él respondía que las cosas materiales no importaban – relata su prima sobre su generosidad.
Una vez el padre de Ivonne estaba molesto por el desabastecimiento y le dijo a Luis que estaba bueno, que mejor los militares se tomaran el poder. La respuesta de Chin fue firme, le indicó que nunca dijera algo así, porque de ocurrir, a él no lo volverían a ver. Ivonne recuerda la escena, con Luis afeitándose en el baño y saliendo con la espuma en el rostro y la máquina de afeitar en la mano a responderle a su tío. Una imagen que jamás olvidó de esas palabras que resultaron premonitorias.
Del norte, todos los meses llegaba encomienda, grandes, con mantequilla de maní, la preferida de Ivonne, útiles de aseo, ropa interior para los hermanos, zapatos, implementos para curaciones de primeros auxilios. Sumado a ello, Luis les mandaba mensualmente dinero a los tres primos que estaban cursando sus estudios superiores.
Las últimas noticias del primo llegaron a través del teléfono de una familia vecina. La madre de Ivonne conversó con él y le dio la noticia a su esposo que Luis estaría en Copiapó para las fiestas patrias, pedía que lo esperaran con un chanchito.
Ivonne estaba en Huasco para el golpe de Estado, haciendo su práctica profesional. Se celebraba el día del profesor y visitarían la Hacienda Las Tablas. Cuando temprano en la mañana escuchó el último discurso de Allende se puso a llorar, pensando en su primo. El paseo se efectuó de todas maneras y los organizadores escondieron las radios para que los asistentes no sufrieran con la caída de un gobierno que gran parte de ellos apoyaban. Tuvieron que ir a Freirina, pueblo que se veía transformado con banderas en cada casa, marchas militares y bandos escuchándose a todo volumen por las calles.  Los pilló el primer toque de queda en el paseo y la micro concertada jamás llegó así que tuvieron que caminar kilómetros para volver a Huasco. Llegaron bastante avanzada la noche. Para Ivonne fue imposible dormir, además que escuchaba balaceras que le aumentaban la angustia pensando en la suerte de su primo.
En Huasco había un solo teléfono, ubicado en el hotel, desde donde Ivonne recibió la llamada de su familia comunicándole que no había noticias de Chin. Con los años supo que el viaje a Cuba lo puso en la mira de la represión, que tuvo doble militancia ya que también formaba parte del MIR, que Luis estaba en la calle principal de Tocopilla el 12 de septiembre cuando lo detuvieron.
Una de las hermanas de Ivonne, con sus 18 años, obtuvo el permiso y el dinero y partió a Tocopilla a buscar a Luis. Entró al departamento en la llamada población Chile, un condominio donde vivían los supervisores y gente que trabajaba para Codelco correspondiente a Chuquicamata, encontró el que habitaba su primo, entró y vio con horror que todo estaba en el suelo, saqueado, las camas dadas vuelta. Recogió unos pasajes de avión desde Antofagasta a Copiapó.
- Mi hermana fue a carabineros y le dijeron que no estaba en la lista, que tenía que ir no sé para donde y no fue, se vino a Copiapó. Entre medio la amenazaron que era muy chica para andar buscándolo y disparates como ‘quizás a donde fueron los marxistas’. Volvió para el 18 de septiembre. Llegó un telegrama que mi primo estaba en Santiago y nunca nadie supo quién lo mandó, sin remitente, decía: “en Santiago, sin novedad, saludos Chin”. Mi hermana en vista de eso volvió a Tocopilla y ahí le dijeron que mi primo estaba en Antofagasta en el Regimiento Esmeralda, que llevara frazada y almuerzo. Viajó. Andaba con mi tía Inés, se estaban preparando para ir a verlo y en eso llega el diario Estrella del Norte… Ahí venía el bando donde daba cuenta que lo habían llevado a una mina a desenterrar dinamitas y que habían tratado de escapar y se le había aplicado la ley de fuga, que Luis Segovia huyó herido al interior de la mina. Que a dos los mataron. Nos quedamos con eso, que más podíamos hacer, éramos puras cabras chicas, él era el mayor –recuerda Ivonne sobre la trágica información que golpeó a toda la familia.
Un amigo suplementero llamó a la familia cuando la Revista Cauce en la edición número 9 de marzo de 1984 publicó la verdad de lo ocurrido en Tocopilla con su primo. Ahí se enteraron y comenzó otro camino. En sus páginas pudieron leer que en el sector conocido como Tres Puntas, distante unos 10 kilómetros de Tocopilla, se encuentra la mina La Veleidosa, territorio con yacimientos de oro, plata y cobre de pequeños mineros y pirquineros durante siglos.
Leyeron la historia de Jorge Muñoz, quien en 1974 buscaba mineral por las minas abandonadas, junto a otros dos mineros, cuando ingresó al pique de La Veleidosa y se encontró con una pila de cadáveres. Entre ellos, reconoció el del médico Claudio Tognola, detenido desaparecido tras el golpe militar. A la salida, carabineros los detuvo, con violencia los interrogó y posteriormente los obligó a usar su propia dinamita en el pique, para hacer desaparecer las evidencias de tan macabro crimen.
Un trauma acompañó a este minero especialmente durante las noches en que no lograba conciliar el sueño, por lo que confesó a varios de sus compañeros de labores las dificultades que vivía después de haber presenciado los cuerpos y dinamitarlos. A los pocos meses murió de una enfermedad. Carabineros volvió a hacer explotar la mina, luego que un griego interesado en invertir visitara La Veleidosa y expresara su preocupación ante la presencia de osamentas. Así, cerraron el ingreso al pique para que nadie pudiera volver a entrar nuevamente al lugar. Pero ya todo el pueblo de Tocopilla conocía la historia.
En el reportaje, Marcelo Castillo visita Tocopilla e investiga la situación. Un texto que deja en evidencia la falsedad de la información oficial: donde los detenidos Luis Segovia Villalobos, Claudio Tognola, Reinaldo Aguirre, Carlos Garay y Freddy Navarro habría sido llevados a una inspección a una mina abandonada, cuando intentaron fugarse, arrancando tres de ellos y dos fusilados. El reportaje da cuenta del estado del ingreso a la mina, dinamitado, la experiencia de los mineros que sabían de los cuerpos en su interior como también el testimonio anónimo de un oficial en retiro de la Fach que se negó a eliminar detenidos durante los traslados.
Al llegar los años ’90, la mina fue explorada y lograron recuperarse restos mortales, que fueron entregados a las familias y sepultados en un funeral que congregó a gran parte de la comunidad tocpillana. Ivonne quiso que su primo descansara en el memorial en homenaje a las víctimas de la dictadura del Cementerio de Copiapó, donde también tuvo un funeral masivo. Sin embargo, actualmente su cuerpo ha vuelto a ser estudiado y se encuentra en laboratorios especializados en Europa.

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