26 jun 2019

Winston Cabello, pionero de la planificación y el regionalismo





Susan tenía apenas un año y medio de edad cuando asesinaron a su padre, Winston Cabello. Ha tenido que construir la imagen paterna sobre los relatos de su madre, sus abuelos, sus tíos, donde algunos incluso le parecen míticas, dignas de la descripción de un héroe. Pero hay dimensiones de él que con esta distancia le cuesta mucho conocer, responderse cómo sería el olor, la risa, un abrazo de su padre.
-Esos son aspectos súper difíciles de abarcar en familia porque afectas las emociones de los otros, que también les duele. Hablar con mi mamá al respecto es súper difícil hasta el día de hoy y ya no sé si podrá ser más fácil, porque es una ausencia muy marcada, con conflictos relacionados con lo mismo -cuenta esta diseñadora, periodista, con post grado en derechos humanos que actualmente se dedica a hacer terapias con medicinas alternativas.
Ha escuchado muchas historias sobre su padre, hasta ha pensado en escribir un libro respecto a ese personaje que descubre en los otros. Uno de los aspectos más relevantes es, sin duda, su compromiso político con construir una sociedad mejor.
Winston fue hijo de Elsa Bravo y Manuel Cabello, tuvo cuatro hermanos: Manuel, Aldo, Zita y Karin. De niño estudió en el colegio Lota de Malloco, donde su padre fue director. Para Susan, fue una persona intensa, con una variedad de intereses y un gran despliegue de energías para llevarlas a cabo, ya que jugó básquetbol, ajedrez, corrió autos en carreras y llegó a ser piloto de aeronáutica civil; como estudiante recorrió el sur haciendo trabajos voluntarios y forma parte de grupos folclóricos, al mismo tiempo que cursaba su carrera universitaria y participaba activamente en política. Antes de los 28 años fue nombrado director de la Oficina de Planificación Regional de Atacama y Coquimbo, durante el gobierno de Salvador Allende, como también hacía clases en la entonces Universidad Técnica del Estado, sede Copiapó. Esto después de graduarse en la Escuela de Economía de la Universidad de Chile.
En su faceta de jefe de servicio, Susan ha oído las historias sobre el compromiso con su labor, que en ese entonces lo llevaron más de una vez a recorrer caminos montado en un burro para dialogar con personas ubicadas en sectores poco accesibles, como la cordillera y precordillera; o cuando en Huasco la gente que vive del mar donó pescados y Winston ocupó una ambulancia para repartirlos personalmente hasta que se acabó el último de estos valiosos animales acuáticos en una época donde los alimentos escaseaban.
Además, tenía una sensibilidad especial hacia las mujeres en un tiempo donde el machismo era la regla:
-Mi mamá estaba estudiando enseñanza media en la nocturna y siempre la iba a esperar a la salida. Para esos tiempos era una demostración del tipo cariñoso que podía ser y que no sólo influyó en tener una buena relación, es una de las cosas que más admiro de él -relata Susan citando los tiempos en Copiapó.
Zita cuenta que, de niña, su hermano la impulsó a salir de su aislamiento:
-Me enseñó a encumbrar volantines, a correr, a jugar ajedrez, damas y a las bolitas, aparte del pin pon y el fútbol, todos juegos considerados privativos de los varones. Mi hermano me enfrentaba a desafíos y me enseñó a creer en mí misma y a medida que crecíamos juntos, fuimos compartiendo sueños y esperanzas. Wito confiaba en que él cuando grande, hallaría el modo de reparar aquello que llamaba “el mal del mundo”.
Winston Dwight Cabello Bravo fue nombrado así, según relata Zita Cabello, su hermana, en el libro “El hombre que se negó a huir” como una forma del padre de homenajear a Winston Churchill y Dwight Eisenhover, líderes de los aliados en la segunda guerra mundial, para agradecer la paz y, de alguna forma, fue un símbolo de su esperanza en una humanidad que comenzaría a construir un mundo mejor, dejando atrás los horrores.
-Cuando Winston murió en manos de la “Caravana de la muerte”, esas esperanzas murieron con él. Mi padre nunca se recuperó de esa pérdida. Durante 40 años he tratado de entender por qué mataron a mi hermano -escribe Zita en el prólogo del libro, el que nació de la necesidad de la autora de contar lo sucedido, lo que vio en su muerte y el largo juicio que siguieron para conseguir justicia desde Estados Unidos contra Armando Fernández Larios.
Zita cuenta que el día del golpe de Estado, se encontró con su hermano, a quien cariñosamente llamaban Wito, en la Universidad, donde ambos daban clases y hora más tarde, junto a la madre almorzaron en su casa, sin prever peligros mayores. A la mañana siguiente, Winston en su cargo de Planificación, acudió a la reunión citada por el comandante Oscar Haag para todos los jefes de servicio de la región. Cuando terminó ese breve espacio, el militar -desde ese día a cargo de la región- le indicó que el vehículo fiscal a su cargo había sido denunciado por transitar por “lugares sospechosos”, lo arrestó y envió a la cárcel.

REGIONALISTA

El joven economista fue un pionero en ámbitos que escasamente se estudiaban, como la planificación y la falta de recursos de las regiones. Así lo recuerda Esteban Somg, en la revista Derechos Humanos durante la década de los ’90.
“Buscando explicaciones a las marcadas desigualdades económicas y sociales entre las diversas regiones del país, poco a poco fue definiendo el tema de su tan ansiada tesis: analizar las transferencias de recursos llevadas a cabo a través del sistema bancario, entre las regiones y el país. Winston bautizó su análisis con el nombre “Sistema de financiamiento regional” y pasó a constituirse, sin lugar a dudas, en la primera investigación importante sobre el tema y texto de consulta obligado de los “regionales”. Con apasionados argumentos, Winston defendía su región, defendía las demandas de Atacama, defendía al pirquinero, al sencillo y ciudadano, al modesto agricultor perdido en la rivera del escuálido curso del Jorquera o del Manflas. Era la metamorfosis por decirlo de algún modo de aquel joven profesional, parco en palabras, en un hombre luchador, enérgico e incansable”, argumenta en la revista mencionada anteriormente.
Probablemente esta característica de pionero lo condujo a Atacama a hacerse cargo del recién creado organismo de planificación, en una época donde no era una disciplina muy desarrollada. Sergio Jirón cuenta que fue propuesto por el Partido Socialista, aunque él participaba también con el MIR. Como contexto, habría que señalar que durante algunos años, miristas participaron del PS hasta que decidieron desligarse definitivamente de dicha colectividad.
Jirón participó de charlas en las que Winston les enseñó nociones básicas de economía, lo que estaba pasando con la inflación y el momento que vivían. Lo recuerda como un tipo jugado, de baja estatura y con mucha predisposición a compartir sus conocimientos.

RECONOCIMIENTOS
En la Seremi de Desarrollo Social de Atacama hay una placa recordatoria de quien fue su director, en el salón de reuniones que lleva su nombre. Ya no queda ningún funcionario que haya trabajado con él. Mientras que el año 2017, el Ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza, en el marco de la celebración de los 50 años de la cartera, autoridades, familiares y funcionarios rindieron homenaje a Freddy Taberna y Winston Cabello a 44 años de sus asesinatos, con la instalación de una placa conmemorativa, en el hall del edificio ubicado en Santiago.

“Su ejemplo, su vocación, el trabajo de Winston y Freddy es el de transformar la sociedad, el de pensar que Chile puede ser un mejor país, que nos incluya a todos y todas, esa es una figura de una memoria que nuestro Ministerio no solo tiene que conservar, sino que debe replicar permanentemente. Este homenaje busca que estos 50 años sean de un significado trascendente, de lucha social, de transformaciones, de cambios, pero especialmente de ejemplo, de voluntad de personas que dieron su vida porque Chile fuera un mejor país”, fueron parte de las palabras del ministro en la ceremonia efectuada un 23 de octubre.

COPIAPÓ, EL NORTE

Susan siente una fascinación por Copiapó, de hecho, hasta se trasladó unos años a vivir en dicha ciudad y suele viajar periódicamente hacia allá. Ha reflexionado respecto a la ausencia de su padre:
-Lo que ve uno hoy en día frente al cómo te vas construyendo la imagen de tu papá con esta sociedad, en el fondo todas nuestras cosas van en búsqueda de sanación.  Cuando hice mi tesis en derechos humanos, mi profesor me dijo que no estaba haciendo una tesis, estaba buscando sanarme. Creo que todas las construcciones que yo haga no van a reemplazar el que yo no haya tenido papá. No lo tuve y es conflicto permanente del apoyo que pude tener y no lo tengo y lo perdida que anduve por mucho tiempo. Hoy me dedico a las terapias alternativas, medicina china para personas. Ahora que tengo 46 recién estoy contenta de lo que hago, pero para eso pasó mucho tiempo. Estoy orgullosa de mi papá y hubo años oscuros en que la percepción social era terrible, entonces sacarlas de la sociedad también es un trabajo que no termina nunca, ir planteando quiénes eran y por qué lo hacían y hoy día te encuentras con algo que está pasando, mantengo las esperanzas.

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